En Vallehermoso, la magia se despierta semanas antes del ansiado solsticio de verano. El ajetreo y la emoción inundan las calles mientras el pueblo se sumerge en la tradición ancestral de las Hogueras de San Juan. Es un proceso meticuloso donde una danza de preparativos, llevando consigo la esencia de dejar atrás lo malo del año. Las calles se transforman en un lienzo vivo, enramadas con la exuberante verdor de las hojas de palmeras y adornadas con creaciones de manos curtidas por el tiempo de un legado, con esmero y devoción. La víspera de la celebración, el fuego se convierte en el protagonista, otorgándose solemnemente a un elegido de cada hoguera en un antiguo quinqué. Una zona de la calle Mayor un manto de flores y mastranto cubre el asfalto en memoria de una mujer luchadora. Lo negativo del año se deposita en las hogueras, con el fuego purificador da paso a lo bueno. Y cuando la noche se torna cómplice, San Juan sale en procesión, visitando cada una de las tres hogueras, compartiendo su luz y bendición mientras el ritmo de las chacaras y tambores acompaña a los portadores del fuego en su ascenso a las montañas de La Pilarica, La Ladera y Tamahuche. Es un espectáculo de purificación, renacimiento y esperanza, donde las llamas danzan al compás de antiguas tradiciones, iluminando los corazones y tejiendo la historia eterna de este encantador rincón.